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Mostrando entradas de enero, 2016

El poema de la semana

Del 2 al 6 de febrero Di toda la Verdad, pero de un modo oblicuo, porque sólo se alcanza con rodeos; el radiante estupor de la Verdad es demasiado luminoso para nuestro goce tan débil; como a los niños se les da del rayo cualquier explicación que tranquilice, la Verdad deslumbrante la tenemos que ver poquito a poco, para no quedar ciegos. Emily Dickinson

El poema de la semana

Del 25 al 29 de enero TIEMPO LARGO Me estoy enamorando, todavía me estoy enamorando. Ya lo sabes, soy muy lento, la prisa no me gusta,  no es buena consejera: cuando quiero una cosa, la miro y, si es valiosa,  me acerco muy despacio, nunca escojo  el camino más fácil. Llegar antes no sirve para nada, lo que quiero es llegar para quedarme, llegar,  llegar sin contratiempo. Ya lo sabes, todavía me estoy enamorando: más lejos llegaré cuanto más tiempo gaste en llegar, porque el tiempo gastado ahora no será tiempo perdido. José Carlos Rosales

El poema de la semana

Del 18 al 22 de enero LA LENGUA SIN SANGRE ENTRA  Lo importante es hablar y escuchar, entenderse. No morirse de amor. Ni matar. Ni de hambre. Lo primero es lo dicho, las lenguas. Y después van los libros, lo escrito. Abrazarse, bailar. Comprender y jugar. No mentir. No olvidar ni a difuntos ni a vivos. Sólo así. Sólo entonces. Con lo escrito llegaron las leyes, los desahucios, el fax, las gramáticas y las lindes y el odio y la sangre. Con lo dicho sucede el milagro y sólo entonces quizá comprendemos que las lenguas son casas abiertas. Sólo así. Sólo entonces. Y aun así no se sabe. LUIS MELGAREJO

El poema de la semana

Del 11 al 15 de enero ESPIRAL El mundo avanza en círculos, me dicen, o es más bien que se mueve en espiral y por tanto no avanza, se concentra o se dispersa interminablemente, sin un fin ni un principio, sin objeto y sin sentido, sin porqué ni adónde. La vida, entonces, vuelve a reencontrarse con lo que fue su origen, su semilla, la medida de todos sus fracasos, el hueco donde caben nuestros miedos y al que se ajustan nuestras esperanzas. Y dando por supuesto que las cosas sean así, tan crudas y tan frágiles, dime qué hacemos tú y yo aquí parados, soportando el embate de la nada, el azote que nunca merecimos o ese dardo llamado indiferencia o mala suerte o época difícil. Dime, aunque tengas que mentirme un poco, que no estamos perdidos, que aún hay grietas por las que puede entrar algún consuelo, que esto no es otro de esos callejones sin salida y sin luz donde espantarnos, donde perder la fe y ganar el llanto. Convénceme,