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Entre son et sens

Jacqueline Corbac



APRÈS L’ONDÉE


Dieu merci, la pluie est tombée

En de fluides longues flèches,

La rue est comme un bain d’eau fraiche,

Toute fatigue est décourbée.



Les réverbères qui s’allument

Par cette nuit lourde et mouillée,

Brillent dans la ville embrouillée

Comme des phares sur la brume.



Un parfum de verdure nage

Dans toute cette eau renversée;

À petites gouttes pressées

L’été s’évade du naufrage.



On voit des gens à leur fenêtre

Qui, le corps et le rêve en peine,

Respiraient et vivaient à peine,

Et que l’ondée a fait renaître.



La journée était moite et lente

Et couvait trop son rude orage;

Maintenant l’esprit calme et sage

Se trempe d’eau comme une plante.



L’âme était sèche, âcre et rampante,

L’éclair y préparait sa course;

L’air est dans l’air comme une source,

D’humides courants frais serpentent,



Tout se repose, tout s’apaise,

Tout rentre dans l’ombre et le somme,

Tandis que meurt au coeur de l’homme

Le feu des volontés mauvaises…

Anna de Noailles, L’ombre des jours
 
Edouard Cortes
 
Matériel sélectionné par Rosalía Montoya

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